La primera etapa de nuestra campaña ha sido la estancia en
el campamento Byers en la isla Livingston. En este lugar hemos estado 23 días, desde el día 11 de
diciembre hasta el día de 3 de enero en que el buque Sarmiento de Gamoba nos
recogió.
Byers, para todos los que participamos en las campañas
antárticas españolas significa un lugar mítico donde todo el que va se queda
enganchado con una vivencia muy cercana a la naturaleza lejos de las
comodidades de las bases. El campamento se montó hace 14 años por el grupo de
Antonio Quesada para dar apoyo a su proyecto Limnopolar, y hoy en día da apoyo
a diversos proyectos de diferentes paises. Durante el Año Polar Internacional en la campaña
2008-2009 fue la plataforma de investigación de una iniciativa incluida dentro
de sus actividades y que acogió a varios grupos de investigación de varios
países, China, Italia, Bélgica, USA entre otros además de grupos españoles.
La instalación consta de dos igloos de fibra de carbono de 6
metros de largo por 2 de ancho. Uno destinado a cocina, comedor y lugar de
estar, y el otro destinado a laboratorio. Para dormir se utilizan tiendas de
campañas individuales, unas colchonetas y un saco de dormir. A pesar del frío,
he podido medir -0.5 grados en el interior de la tienda de madrugada, dentro
del saco se está muy confortable.
Otra de las características de este lugar es
que está asentado en una de las zonas sin hielo de mayor extensión de toda la
Antártida por lo que se forman innumerables lagos y arroyos, además de poseer
la mayor superficie de musgos de todo el continente. Es por ello un lugar muy
frágil desde el punto de vista ambiental y por tanto es necesario extremar
todas las cautelas para evitar generar un impacto que podría ser irreversible.
Esta zona tiene para ello un estatus de zona de especial protección (Área
Antártica Especialmente Protegida), lo que implica que solo puede ser
utilizada por científicos y personal de apoyo a los proyectos mediante una
autorización especial concedida por el Comité Polar Español. Posee además un
plan de manejo donde se indican todas las pautas a seguir para reducir el
impacto humano y conservar sus valores. Una de estas normas indica que no se
puede dejar ningún resto humano en la zona, esto incluye que cualquier agua que
se haya utilizado debe ser almacenada sin verter en el área, lo que implica que
se reduzca al mínimo su uso, eso afecta por ejemplo a la imposibilidad de
establecer duchas en este lugar. No dejar restos humanos implica cualquier
resto que generamos, incluidos los orgánicos de nuestro propio cuerpo, esos
residuos también hay que sacarlos de la isla. Una imagen típica de Byers es que
cuando el personal acampado deja el campamento lleva consigo una lata grande
donde lleva sus residuos que luego serán tratados en el barco o en la base. Al
margen de estas situaciones es una verdadera delicia estar durmiendo en la
tienda de campaña escuchando el ruido que hacen los elefantes marinos que por
decenas están en la playa cercana o la llamada de algunas especies de aves
marinas que nidifican en las cercanías.
La llegada a Byers también forma parte también de la
aventura. El desembarco debe hacerse durante la marea alta ya que la zona
intermareal es muy amplia y en bajamar la playa queda alejada de la línea del
mar muchos metros con un fondo rocoso de difícil acceso. Esto hace que en
determinadas ocasiones el desembarco tenga que hacerse a horas intempestivas aprovechando
la marea. Otra cuestión que hay que tener en cuenta en Byers es que el
campamento se haya a unos 400 metros de la línea de playa y por tanto todo el
material hay que subirlo hasta allí, eso incluye no solo el material personal y
los proyectos sino todo lo necesario, comida, agua, combustible para el
generador de electricidad etc.
La estancia en el campamento no sería posible sin la persona
que lo pone en marcha y que cuida de que todo funcione a la perfección, además
de cuidar de nuestra seguridad, son los guías de montaña de la base Juan Carlos
I. En esta ocasión Iñaki Irastorza ha sido quien nos ha acompañado en estos días
de estancia en el campamento y cuya ayuda en la solución de problemas técnicos
con los equipos científicos ha sido de vital importancia para el desarrollo del
proyecto. Además ha constituido una gran ayuda para el trabajo con los propios
pingüinos.
Me gustaría también comentar algo sobre la pingüinera de
pingüino papua donde hemos estado trabajando las pasadas semanas. He tenido la
suerte de haber visto y trabajado en muchas pingüineras en la Antártida y he de
decir que la de Byers es una de las más bonitas. Los pingüinos se sitúan además
de en la zona de playa en dos paleoplayas levantadas entre 5 y 15 metros sobre
el nivel del mar actual y testigos de otros tiempos en los que el mar alcanzaba
otras alturas. Se disponen pues las distintas colonias de pingüinos en tres
alturas como si de palcos de un teatro se tratara. Para rematar la escena, el
paisaje que se puede observar incluyen una isla cercana formada por abruptos y
empinados picachos cubiertos por hielo y nieve que dan el toque antártico
imprescindible al lugar de trabajo.
Si a esto le añadimos la presencia a lo largo de la playa y
a lo largo de todo el camino entre el campamento y la pingüinera de varios centenares
de elefantes marinos, machos en disputa, hembras y crías, la escena es digna de
un documental.
En estos 23 días hemos llevado a cabo el trabajo de
determinación del comportamiento de alimentación del pingüino papua en estas
latitudes. Los datos obtenidos se compararán con lo las poblaciones de la misma
especie en las isla Malvinas, con otras especies como el pingüino barbijo, y
servirán para conocer qué factores de la fisiología y del estado físico de los
individuos influyen en la obtención del alimento en estas especies, con esta información pretendemos poner nuestro granito de arena al conocimiento de estas tierras y mares y contribuir a su conservación.
Para ello hemos equipado una serie de individuos con
dispositivos GPS, profundímetros y acelerómetros adosados a su espalda que han
registrado su actividad en el mar y que después de varios días han sido
recapturados para recuperar los datos. Los datos preliminares indican
distancias recorridas de más de 25 kilómetros y buceos a profundidades superiores
a los 60 metros. Un ejemplo del recorrido realizado por uno de los individuos, se puede ver mas abajo.
Hemos disfrutado enormemente durante esta estancia en un
lugar espectacular y privilegiado de la geografía antártica. El trabajo ha sido
exitoso y hemos conseguido los objetivos propuestos. Ahora ponemos rumbo a la
isla Decepción, a la base Gabriel de Castilla que será nuestro hogar en las
próximas semanas.
¡Andrés! Qué buenos recuerdos de la Campaña 2009-2010. Fue un placer compartirla contigo y con tu equipo. Cuídate y un fuerte abrazo. Yago.
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