martes, 24 de abril de 2018

Diario de un pingüino IV: Las pingüineras se quedan solas


nido de pingüino barbijo en fase de guarda

Fue hace ya un par de meses cuando contamos cual era el estado de las pingüineras en la Antártida y dejamos a los pingüinos a punto de concluir la primera etapa de la reproducción una vez nacidos los pollos, el llamado periodo de guarda, y de comenzar la siguiente fase, la guardería. 

La guardería hace referencia precisamente a la situación en la cual los dos adultos que han estado presentes de forma alterna en el nido cuidando de los pollos, deciden dejarlos solos e ir ambos al mar a por el alimento. De repente los pollos, ya con unos treinta días, y que siempre habían tenido al padre o la madre junto a ellos se encuentran solos y comienzan a moverse a los nidos cercanos en busca de un adulto con el que sentirse seguro. Sin embargo, pronto va a descubrir que el pretendido refugio no es mas que una fuente de desagradables experiencias al ser picoteado con insistencia por esos adultos. Poco a poco aprende que lo mejor es quedarse quieto a una prudente distancia de los nidos cercanos. Afortunadamente la sincronía en una buena parte de las parejas permite que estos pollos no sean los únicos que se quedan solos en el nido, sino que un gran número los acompañen en esta situación, y es en ese momento cuando se van acercando unos a otros y se forman las denominadas guarderías que no es otra cosa que pequeñas aglomeraciones de pollos donde entre si se dan calor y donde se protegen en el interior de las colonias de los ataques de los skuas. 


Guarderia de pollos de pingüino barbijo
En este periodo las pingüineras cambian radicalmente su aspecto y de una agrupación de nidos perfectamente ordenados pasa a ser un caos donde los nidos han desaparecido, los adultos ya no siguen aportando piedras y acondicionándolos, y donde se pueden ver grupos de pollos y pocos adultos que se mueven en su interior sin aparente orden. En esta situación surge un claro problema, mientras que antes los adultos llegaban al nido y encontraban a su pareja y a los pollos para alimentarlos, encontrar el nido ahora resulta más complicado. 

Esto provoca que el ruido de la pingüinera se incremente considerablemente ya que la localización de los pollos entre el totum revolutum que se ha convertido la colonia, se realiza a base de graznidos. La escena es la de la llegada de adultos procedentes del mar con el ansiado alimento que más o menos en el lugar donde se encontraba el nido comienzan a llamar a sus pollos para darles de comer. El encuentro se produce con facilidad pero con frecuencia hay pollos intrusos que pretenden engañar al adulto como si fueran sus hijos y se acercan pidiendo comida, lo único que consiguen es un picotazo o un aletazo, pero el hambre hace fuerte a la osadía y quizás sus padres se están retrasando más de la cuenta, así que había que probar suerte. 

Final de una carrera para alimentar a los pollos
Una vez localizados los pollos es cuando se da uno de los comportamientos más pintorescos de los pingüinos, las carreras. La pingüinera se ha convertido en una suerte de estadio de atletismo donde grupos de tres pingüinos, un adulto delante y dos pollos detrás, corren durante unos metros. Cuando parece que el adulto va a dar de comer al pollo, en lugar de regurgitar un buen montón de krill, de repente inicia una carrera y a los pollos hambrientos no les queda más remedio que salir desesperadamente detrás intentado llegar antes que su hermano. Parece que la función de estas carreras es identificar al pollo más hambriento y también al que está demasiado débil, si uno de los pollos no tiene demasiada hambre no va a correr tanto como el hermano que intentará llegar al adulto a toda costa. Por otra parte si uno de los pollos está enfermo o tiene algún problema que le impida correr, el padre decidirá de esta manera que no merece la pena invertir en él y dedicará sus esfuerzos al otro hermano. Así es la naturaleza, rentabiliza los esfuerzos implacablemente.
Con este ajetreo discurre el tiempo en las pingüineras durante otros 20 días más, tiempo en el que los pollos cambian el ralo plumón gris por un plumaje de tono azul eléctrico de aspecto semejante al de los adultos y que en el proceso les deja cómicas apariencias con crestas, o restos de plumas distribuidas desigualmente. 


Pollos de pingüino barbijo a punto de irse al mar
Llega entonces el momento en el que los adultos abandonan definitivamente a los pollos y no vuelven a cebarles y éstos comienzan el peregrinaje hacia la costa para lanzarse al mar por primera vez y buscar el alimento por ellos mismos. La playa de la pingüinera se llena de pollos con aspecto despistado que se van juntando en grupos sin terminar de tomar la decisión de echarse al mar. Es un momento complicado que aprovecha su principal depredador en el mar, la foca leopardo, para dar cuenta de alguno de ellos.

 Poco a poco las colonias de la pingüinera se van quedando vacías y toda la vida se concentra en el borde del mar. 

Pero todavía queda un último cambio antes de que las colonias de cría se queden definitivamente en soledad, y es la muda del plumaje de los adultos que durante un par de semanas han estado engordando en el mar para poder afrontar este periodo en el que durante otras dos semanas estarán perdiendo las plumas antiguas cambiándolas por unas nuevas en perfecto estado que aseguren su protección frente a las aguas frías y las duras condiciones invernales. La pingüinera se convierte en esta etapa en un espectáculo de miles de pingüinos quietos en posición erguida mientras las plumas caen dejando pequeños montoncitos blancos sobre el suelo al que dan un aspecto niveo, al tiempo que el viento las levanta formando remolinos como si de una ventisca se tratara. Una vez los adultos tienen su nuevo plumaje listo se van al mar abandonando definitivamente las colonias de cría que quedan en silencio esperando el paso del invierno y la llegada de la primavera para cerrar el ciclo con la llegada de nuevo de los pingüinos para comenzar una nueva etapa reproductora



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